Pela las papas, lávalas y córtalas en tajadas delgadas. Prepara abundante agua con sal, hirviendo, y cuece hasta que estén casi listas pero firmes aún. Reserva.
Pela, corta y hierve las papas hasta que queden al dente.
Prende el horno a temperatura alta. Enaceita el o los moldes que vas a usar.
Calienta la leche con la nuez moscada, cuando llegue a hervor, apaga y tapa.
Prepara la salsa bechamel de queso. Pon a calentar la leche con la nuez moscada. En una olla, primero funde la mantequilla, luego agrega la harina y revuelve enérgicamente hasta obtener una masa pareja, sin grumos. Vierte un cucharón de leche caliente sobre la masa de harina y mantequilla. Revuelve de manera rápida y enérgica, raspando cada vez el fondo. Vuelve a agregar leche y revuelve de nuevo. Debes revolver enérgicamente cada vez y raspar el fondo para que no haya grumos. Repite, hasta incorporar toda la leche a la masa. La salsa debe quedar espesa y untuosa. Apaga y agrega la mayor parte del queso Gruyère Santa Rosa (reservando sólo un poco para espolvorear al final), revolviendo suavemente hasta fundir el queso. Retira del fuego. Agrega 4 cucharadas de Cream Cheese Santa Rosa y revuelve. Tu bechamel de queso está lista.
Ahora, arma las fuentes que irán al horno, llenándolas de tajadas de papas. Estas deben quedar verticales para un tostado más atractivo de los bordes. Entre las papas, vierte la salsa bechamel al queso, hasta llegar a medio centímetro del borde superior de la fuente. Espolvorea un poco más de queso Gruyère Santa Rosa rallado. Hornea hasta que esté dorado. Si tienes gratinador en el horno puedes usarlo para resultados más vistosos.

Los pequeños detalles hacen una gran diferencia. Por ejemplo, en esta receta, al colocar las papas verticalmente nos aseguramos de dorar bien sus bordes. Esto aportará sabor y crocancia. Otro detalle, la salsa bechamel de queso debe entrar bien entre las láminas de papas. Ayúdate con un par de tenedores para lograrlo.